Serenidad:
la tierra canta
olivares antiguos al sol del maarabit…
Antelación del final,
rescate de recuerdos
para el camino sin tiempo ni espacio.
Sólo la memoria
acompañará el tránsito sin cuerpo,
aquí y ahora
lleno los ojos de cielos y mares,
aquí y ahora
cerco al árbol con mis brazos
para sentir el discurrir de su voz.
La verdad es sólo un murmullo
que resguarda la noche,
háblala con los ojos,
porque recuerdos y memoria
son lo único que quedará del dolor.
Es la hora de la Nitzutz,
de la luz, de la chispa iniciadora:
la hora del Amor y la renuncia
que no se palpa,
el voto que acunará la sonrisa;
es la luz azulblanca
del un Jesús de carne y hueso.
No temo el último adiós
porque Dios me imaginó desnuda,
y partiré vestida de estrellas…
Issa Martínez
la tierra canta
olivares antiguos al sol del maarabit…
Antelación del final,
rescate de recuerdos
para el camino sin tiempo ni espacio.
Sólo la memoria
acompañará el tránsito sin cuerpo,
aquí y ahora
lleno los ojos de cielos y mares,
aquí y ahora
cerco al árbol con mis brazos
para sentir el discurrir de su voz.
La verdad es sólo un murmullo
que resguarda la noche,
háblala con los ojos,
porque recuerdos y memoria
son lo único que quedará del dolor.
Es la hora de la Nitzutz,
de la luz, de la chispa iniciadora:
la hora del Amor y la renuncia
que no se palpa,
el voto que acunará la sonrisa;
es la luz azulblanca
del un Jesús de carne y hueso.
No temo el último adiós
porque Dios me imaginó desnuda,
y partiré vestida de estrellas…
Issa Martínez
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