lunes, 8 de junio de 2009

EL AMOR DE JESÚS

Un día decidí bajar a Jesús del madero, quitar sus clavos y su corona de espinas y, simplemente, seguir su palabra de hombre y su filosofía de vida, sin ningún concepto ni relación religiosa. Quizá mi amor por la poesía me hace verlo también como un poeta. Soy una enamorada de Jesús. De su amor hacia la vida y de su visión de traer y dejar al mundo, mucho más que una doctrina religiosa y seguidores de ella.

A decir verdad, tengo una duda enorme de si éstas fueron realmente sus pretensiones. ¿Quién fue en verdad Jesús? Se sabe tan poco y tanto se ha cambiado de su verdad, que creo que nunca podremos saberlo con certeza. Apenas intuir, apenas imaginar, apenas tomar lo recogido en la historia y llevarlo a justo lugar de nuestra mente y corazón, para acércanos nada más, a su autenticidad y a sus intenciones.

Quizá he fabricado un Jesús muy a mi manera y sentimientos, pero muy en el fondo hay algo que me dice que no estoy tan equivocada. Jesús, más allá de su manifestación como hijo de Dios, fue el más grande Maestro del Amor, de la ternura y la compasión y, por sobre todo, de la esperanza.

Jesús es el más grande Embajador Mundial de la Paz. Y sí, creo que sus doctrinas no llegaron para que nos lamentáramos y lloráramos ante esa imagen terrible que destroza el corazón, de un Jesús crucificado. Es demasiado doloroso que la religión católica lo eternizara en esa cruz, por eso desclavé los clavos y lo liberé de la cruz, y la mejor forma para hacerlo es hablarles de él, de su luz y de su inmenso mensaje de Amor.

Issa Martínez

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